jueves, 20 de diciembre de 2012

Niña

Que mi llanto comience y termine en tu pecho; que sólo en tu abrazo nazca y muera esta cosa que me resquebraja desde dentro: No hay nada en el mundo que me haga sentir más niña.

Boca

Bajo la luz de las velas, arriba, tu boca se ve ligeramente blanquecina, como una sábana blanca y suave, mullida. Entonces quisiera ser diminuta para acurrucarme y envolverme en ella, descansar en tu labio inferior que es superior a mis fuerzas. Y dejarme dormir sin tiempo arrullada por cualquier verso, por el simple movimiento de tu boca-cama, tu boca-sábana, tu boca acojedora, invitadora, atemporalmente mullida.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

La Keiko-mariposa

Es, sobre todas las cosas, una mujer normal. La mayor parte del año tiene una vida como la de cualquier otro en la comunidad keikóride: cuida los niños, duerme y despierta, se baña en el río. Sin embargo le ocurre que una vez al año siente la llamada de la mariposa y tiene que perderse entre el bosque para encontrarla. Nunca nadie ha podido seguirla, tampoco nadie sabe cuándo ocurrirá la visita, pero al volver todos están a la expectativa. Nadie más que ella ha visto la mariposa, pero se rumora que es gigante y lila-transparente, que no hay otras de su especie, que no nació ni morirá, que ha existido siempre. Cuando la keiko-mariposa vuelve de sus encuentros, trae consignado un saber nuevo para los keikos, habla de las plantas como si viviera en ellas, como si las libara y las conociera de ser amigas solamente. Trae medicinas, guía y belleza. Todo el mundo sabe que si la keiko mariposa no se perdiera, la comunidad no se encontraría.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Sedación

Esta droga me adormila, me relaja. Me hace difícil pensar o caminar en línea recta, es decir, hacer un trayecto directo de un lugar a otro. Me desmonta de la ilusión de llegar a cualquier sitio; me enseña que no hay fin ni principio.

Yo

Yo, mi alma, mi cuerpo, mi muerte. ¿Qué serán todas esas cosas? No sé, no sé. Nada, nada sé; y quien dice 'sé', esa primera persona, no sé tampoco quién es, qué toca, qué refiere. No lo sé.

Meds

El cuerpo y su exacta química; sus fórmulas matemáticas insondables que modificamos con pastillas, polvitos, inyecciones. Un miligramo de tal y mi corazón se echa a correr como caballo desbocado. Cualquier otro medicamento servirá de arre. ¿A dónde querrá ir mi corazón? Oh, caballito, oh, que tu lugar es en mi pecho, que te quiero aquí cerquita, sin doma pero con dueño.

Pulmones

Que los bosques son los pulmones de Gaia, y las selvas y los valles...Mis pulmones también son bosques y selvas, áreas verdes y sembradas que respiran, germinan y se abren al aire. Incluso cerrados, incluso dolidos, están llenos de vida. Gruñen porque hay tigres, silban porque los pueblan aves exóticas y parlanchinas. Para eso le da a uno bronquitis, creo, para escuchar tanta vida encerrada de manera certera, indubitable: Estás viva, ruge, estás viva, silba, estás viva, estás viva, estás viva.

Miedo

Cada elucubración, esfuerzo de entender o teoría, es una faceta del miedo, una huida, un intento de juzgar al perro por verle el hocico. Sálvame tú, bendita ignorancia, de tanto intento fallido y ridículo. Protégeme y acúname en este instante, el único en que estoy viva, en el que existo, en el que soy.

Horarios de visita

Se intercalan los horarios de visita. Vienen a verme los que quiero y que me quieren, y al irse vengo a verme yo. La soledad o la propia compañía, la salida de eso que en la presencia de otros sólo crepita y que sabe a verdad y a distracción, a dios y a diablo, a infinito, a penumbra y claridad, a necesidad, a hastío, a serenidad. La soledad o la propia compañía. Las horas vacías de hospital.

Jardinero

Tanto cuidado me hace florecer. Soy una flor feliz bajo tus manos de jardinero, manos finas y delicadas. Siento como si mi ser flor fuera sólo para dejarte mover mis raíces y regar mis puntas, mi pétalo y mi hoja a hoja. Soy una flor feliz.

Dejarse caer

Y me dejé caer y me dispuse a morir. Cuánto amor tuve que tener para desarmarme y cuánto recibí aun en mi caída. Ahí estaban todas, 50 manos que no cayeron conmigo ni me sostuvieron, pero que impidieron que me rompiera. La compasión es eso: dejar caer sin dejar romper.

Pecho

En mi pecho hay dos pulmones y un corazón. Los unos están cerrados guardando una herida vieja, el otro está abierto de para en par como un embudo que recibe y canaliza incondicionalmente cada gota de amor que hay para él. Los médicos saben eso, por eso las medicinas para abrir los pulmones aceleran el corazón. Así éste tiene tiempo de contarle a aquellos lo que él sabe bien: Que en este pecho, aunque sea pequeño, cabe el dolor pero también toda la alegría del mundo, y que se puede ir por la vida respirando seguro, oliendo las flores, las personas y el amor que hay en todo. En absolutamente todo.

Oxígeno

Pero qué maravilloso, qué fantástico es el oxígeno. Cada partícula diminuta dice vida, vida, vida. Más lo sabe quien se ahoga: la respiración es una ironía.

Héroe

Quebrada la armadura y quebrado el cuerpo de llevarla, cayó el guerrero y nació el héroe.