sábado, 25 de febrero de 2012

Carnaval

¡Cómo amo el carnaval! Ayer iba por la calle pensando seriamente sobre lo de ser hada o no, me venía diciendo: "claro, si eres un hada, obviamente". Y luego: "no, no eres un hada, claro que no lo eres. Humana no pero hada tampoco", y luego otra vez que sí, que no, que sí. Y en medio de mi debate existencial con la hadeidad, mientras pasaba la calle, se me abalanzó una tropa de hobbits, duendes y elfos, por si necesitaba una ayuda de la realidad con mi disertación interna. Todo me quedó bien clarito.

jueves, 23 de febrero de 2012

Trashumancia

¿Por qué no pude amarte si me enamoré con esa cadencia loca de 'vamos sin rumbo fijo en tu coche' estirando la madrugada? Un día abrí los ojos y te vi besarme como si fuera la única mujer que te hubiera tocado el alma; me dijiste que a tus años creías que sólo habías conocido el amor en mi cuerpo y lloró algo dentro tuyo lamentando el tiempo perdido. No he sabido aún por qué no llegué a quererte, pero creo que fue causa de una vieja broma que me hice a mí misma, la broma de no discernir la ausencia de paradoja entre la trashumancia y la aleación desde las entrañas. Me quedé sin saber que podías hundirte en mi mirada y al mismo tiempo ser, y que yo podía abrir los ojos al besarte sin espantarme con tu abnegación, sólo para verte, a través mío, una y otra vez nacer.

Xiuhcóatl, Quetzalcóatl, Coatlicue

Bailaron en círculo y su danza levantó a la serpiente de fuego, deslizándose desde el suelo ardiente. Cantaron para el Dios, hipnotizados y asustados, impulsando la rueda con sus gargantas vigorosas y quebradas. Cara a cara con el reptil ígneo divino, lo vio acercarse a sí y abrió el pecho para que el veneno de su mordida la penetrara. Fue purificada y bendecida por la flama; podría ahora caminar también en la otra realidad, en el otro mundo, en la otra vida.

jueves, 16 de febrero de 2012

Vínculos bellos

Se propuso un día tener exclusivamente vínculos bellos, aquellos que al ser pintados o danzados resultaran agradables, armónicos a los sentidos. Cortó con una aflicción seca pero certera cada uno de los lazos estropeados o estrechos, aquellos que no le hacían bien al cuerpo, que lo hacían doler, asfixiar o encoger. Al terminar, la fotografía de sus relaciones a fecha y hora incluyó: 1 vínculo orquídea, 1 vínculo pez coi, 1 vínculo hojas verdes revolotenado al viento, 2 vínculos madeja de lana roja, 4 vínculos hombro desnudo, 1 lavanda en flor y 1 uno más cachalote sonriente.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Perfección

Era esta chica perfecta que siempre hacía exactamente lo correcto. Coloreaba sin salirse de la raya, comía con mesura sin apenas ensuciar. Vestía pulcramente cuidando los detalles, perfumaba abundantemente el cuarto de baño para despistar. Cuando se quebraba lo hacía en pedazos perfectamente delimitados, sin esquirlas ni polvo. Sollozaba con elegancia durante tres minutos milimétricamente medidos, luego suspiraba y continuaba siendo perfecta con su grácil y recto caminar.
Fue velada en un funeral organizado por ella misma. No supo si las velas junto al ataúd eran del lila claro que ella había ordenado para que hicieran juego con el tono ligeramente violáceo de sus labios fríos de muerta.

Coser

Para coser necesitarás aguja, hilo y un pedazo de tela, preferiblemente de colores. Es importante que te pongas un dedal para no hacerte daño en el proceso, que puede ser tan delicado como peligroso. Una vez tienes los materiales, haces un nudito en la punta del hilo y empiezas la labor. Puedes coser cualquier cosa, mientras mantengas tu intención firme en el objetivo: coser, unir lo que está desunido, pedazos de lo que sea que estén desperdigados y hayan olvidado que son uno. Coser el cielo roto, las relaciones rotas, la fe si se ha roto, o a uno mismo si al caer no logró mantenerse entero. Coser la vida, si es que ha nacido rota o se ha roto en el camino, coserse a alguien o coser un recuerdo bonito, coser lo que está lejos o lo que no está suficientemente cerca. Coser, juntar, reunir, aunar, soldar, anudar, pegar, ensamblar, acercar, unir, coser.

domingo, 12 de febrero de 2012

Nostalgia

Te veo. Cuando te veo mi pecho recuerda todos los años que descansó sobre el tuyo. Cuando mi pecho recuerda los años que descansó sobre el tuyo, mi cintura recuerda el tiempo que ha pasado ya sin sentir tu mano. Cuando mi cintura recuerda el tiempo que ha pasado sin sentir tu mano, me tiemblan las piernas. Cuando me tiemblan las piernas, la ciudad se vuelve azul. Cuando la ciudad se vuelve azul, las criaturas marinas se confunden y salen del agua. Cuando las criaturas marinas se confunden y salen del agua, comienzan a nadar por el espacio vacío entre la gente que corre hacia el metro. Yo las saludo: "Buenas noches, señora criatura, tiene usted unas admirables ventosas", y tu te ríes divertidísimo. Cuando tú te ríes, la ciudad se vuelve amarilla. Cuando la ciudad se vuelve amarilla, todas las criaturas regresan a su sitio. Cuando las criaturas regresan a su sitio, de nuevo estamos tu y yo y los años que nos distancian y los años que nos unirán siempre.

martes, 7 de febrero de 2012

Aprender a morir

Se me hace difícil pensar en algo que sea más necesario para vivir una vida que valga la pena ser vivida, que aprender a morir. Morir cuantas veces sea necesario, morir a todo, morir a cada idea, a cada instante, a uno mismo. Hacerse amigo de la parca de tanto morir y, tomando un té, darle las gracias por el tiempo y por el vacío que crea, que es lo único cierto dentro de nuestra impermanencia.

Veracidad de escritor

Estoy obsesionada con escribir cosas auténticas, verdaderas, con publicar algo que se corresponda con el acontecer de mi espíritu, sea lo que sea que eso sea. Me he impuesto escribir sobre lo que me pase sin restricciones, porque considero que esa es la verdadera labor social de la escritura por una parte,pero también porque sólo así puede ella ayudarme con mis pequeñas desavenencias. Tengo la idea de que por esta vía prenderé a amarme y aceptarme a mí misma con todas mi idioteces, patetismos y ridiculeces. Escribo entonces como si no fuera a ser leída más que por mí misma, elimino todo posible interlocutor que pueda hacer que mi honestidad se encoja como un caracol al que le han puesto sal. Sin embargo, el quid del asunto es al final de cuentas publicar, mostrarse uno como realmente uno es, mejor dicho, como dicen todos los hippies espiritualoides. Entonces, cuando me divulgo me pregunto si me trampeo, si tanta veracidad no es más bien un retorcido exhibicionismo de mujer desnuda que, frente a su ventana recién limpiada y desprovista de cortinas, pretende no ser vista. Aún no he definido cuál de las dos cosas es o si son ambas, si es el exhibicionismo o la verdad desapegada y corajuda. He decidido que cualquiera de las dos cosas que sea, me encanta. Uno tiene derecho a sus inclinaciones perversas.

Lo que no escribo

¿A dónde se irá lo que no escribo? Todos esos relatos, las ideas de frases brillantes, los intrincados conceptos que se escabullen antes de ser transcritos, ¿a dónde van a parar? Tal vez a mi boca, eso explicaría el sabor a palabras perdidas que a veces detecta mi lengua. O quizá se queden vagando entre las circunvoluciones cerebrales, deslizándose como si ellas fueran toboganes. Si éste último es el caso, se estará divirtiendo mucho todo lo que no escribo, mientras escapa su destino de ser transmitido.

domingo, 5 de febrero de 2012

Sobre qué escribo

Organizar lo que he escrito es como ver un mapa de mi alma. Un mapa de esos antiguos, imprecisos y bizarros, como no puede ser de otra forma. Se puede ver en el territorio la dualidad de la vida y la delicadeza de las cosas que al tocarme el corazón han trocado su ordinariez mundana por una belleza inconcebible. Es el mapa de un continente en que el amor y el arte transforman, hacen la vida y sus componentes hermosos, sagrados, trascendentes.

Cultivar en vano

En el paisaje verde de su corazón a menudo había varios árboles. Hubo un tiempo en que lo intentó, pero ahora se sabía incapaz de entregarse a todos: para que uno creciera, los otros tenían que ser desatendidos. En ocasiones no podía distinguir el árbol del bosque, pero cierto era que por lo general tenía claro bajo qué sombra quería descansar, con cuál de ellos quería mezclar raíces, cuál quería ver junto a ella crecer. Un día, oteando el horizonte sobre sus dos pies, se dejó llevar hacia uno y acarició el suelo donde estaban sus raíces, palpándolas deleitada. Fue jardinera fiel y cuido con ilusión su árbol, feliz, labrando la tierra a su alrededor. Cuál no sería su sorpresa al reconocer que justo había escogido ese árbol, aquel cuyas ramas no tocarían la punta de sus dedos.

Masage

Yo desnuda y las manos de esta mujer tocándome con experticia cada músculo, la extensión completa de mi piel. El aceite resbala y se siente tibio y brilloso y yo me sonrío. No me tocaban así desde hace un año ya, cuando tuve ese amante dedicado de manos grandes y fuertes al que le gustaba servirme como si yo fuera su diosa. Ser tocado así, en todo el cuerpo, es la gloria. ¿por qué no andamos los humanos por la vida haciendo esto todo el tiempo? ¿Por qué no vamos desnudos, o nos encontramos en recintos de la desnudez con el único objetivo de frotarnos, embadurnarnos, acariciarnos y amasarnos? Qué delicioso sería saludarnos tocándonos, no sólo abrazándonos, sino recorriéndonos con las manos el cuerpo, exhibiendo aunque sea un poco de piel. Me doy cuenta cuánto tiempo pasa y que aunque abrazo muchas veces al día, a veces pasan semanas sin que yo ponga mis dedos en otras pieles o la mía sienta el calor de alguien más. Creo que esto es la soledad.

Perro

Vino un perro y me alegró la vida. Yo que me digo tan compleja, al final lo único que necesito es un poquito de compañía y calorcito. Eso y, en contadas ocasiones, algunas luces de colores intermitentes. Supongo que la utilidad de estas cosas está en que me recuerdan lo que creo que no tengo: mi propia presencia, el fuego dentro y la luz interior que a veces brilla a medio gas.

sábado, 4 de febrero de 2012

Por qué hoy no puedo escribir

Es una melancólica tarde helada en que incluso para escribir me tengo que hacer la contra. No es que no tenga inspiración, es que la fuente de la que ella mana no se inspira conmigo. Como esto es así, yo me quedo con las manos llenas de un un amor-ternura, de un montón de palabras y de un impulso de polilla nocturna que todos se vuelven ancianos de tanto esperar que haya puerto donde se puedan encallar. Si tengo las manos ocupadas con cosas que mueren, no puedo ponerlas en el teclado para escribir.

Letras que matan

Hay letras que matan, por ejemplo, la 'R'. Uno la pone al final de 'Amor' y se acabó el cuento. ¡Letra asesina!