miércoles, 31 de octubre de 2012

Morir

La gente se muere, la gente que uno quiere y que lo quiso. La dificultad para amar el hecho radica paradójicamente, en que con la muerte se acaba el 'quiso', pero no se acaba el 'quiere'. Entonces duele; duele el hueco de lo que se siente lleno pero se sabe vacío. Aceptar el absurdo de la coexistencia de las dos cosas -lleno y vacío- sea quizás lo que realmente permite abrazar la muerte.

lunes, 29 de octubre de 2012

Hojami

Como el Hanami de los japoneses en la primavera, así será el festival otoñal que me propongo inaugurar, pero al revés. Ya que no hay flores de cerezo para ver, reemplazaremos "hana" por "hoja" y le llamaremos Hojami. El Hojami en adelante será conocido como la tradición Victoriana -mía, de Victoria, se entiende- de ver las hojas secas, amarillas y rojas que caen despacito, surfeando sobre el agresivo viento. El mes de octubre completo se dedicará al gran festejo. Es una celebración muy completa: no sólo la contemplación profunda y deleitada hacen parte del ritual, también se incluye la búsqueda intensa de las acumulaciones de hojas en los bordes de la calle para pisarlas sintiendo bajo los pies el crunch-crunch-crunch. La gente sonreirá y jugueteará entre sus abrigos, los niños se revolcarán entre las hojarasca, los abuelos mirarán satisfechos el follaje desprenderse de las ramas y soltarse al vuelo. Un festival mitad zen y mitad guarrillo, a la imagen y semejanza de su creadora.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Pereza

El tiempo se pasa y yo no llego a ningún sitio. No concluyo, acumulo. Me lleno de minutos y cosas por hacer. Me duermo, me arrojo a la inconsciencia. Santa pereza no me sacará de aquí, pero es la única que escucha mis plegarias.

martes, 23 de octubre de 2012

Maya

Desde entonces, no dejo de volver a ese lugar. Aun me pregunto si no morí o si no enloquecí, si esto que creo que es mi vida no es una alucinación de coherencia media que se originó allí. Cuando me siento enloquecer, cuando se me mueve ese punto y desvarío, siento que miles de yoes se desprenden de mí para encarnar existencias en otros planos, en otros ámbitos; que he muerto mil veces, que reencarno sin transición corporal, que cambio de piel serpentinamente. Siento que mi sensación de continuidad obedece a la ilusión de no muerte, a una falsedad. El sueño dentro del sueño dentro del sueño dentro del sueño dentro del sueño. Eterno retorno: la Maya fractálica que, en medio de mi ignorancia, no me atrevo a llamar vida.

Miedo

Qué parecido se me hace el odio al miedo. Odiar la vida es tenerle miedo; tenerle miedo es odiar la vida. Quizá por eso hay quienes dicen que el amor es la ausencia de miedo. Pienso que es él la madre de todos los vicios, el centro de toda locura. Veo los fuertes que he construido alrededor el pavor a las cosas más ínfimas, más obvias, más naturales. A la existencia misma. Miedo. Miedo y más miedo. Grandes, inmensas pelotas de miedo apelmazadas en mi interior. Y entonces: la valentía, el coraje, el valor. Qué cercanos al amor, cómo forjan el camino hacia uno mismo, hacia su propio corazón.

lunes, 22 de octubre de 2012

No saber

Esa sensación tan frecuente en los sueños de no saber qué paso antes o qué vendrá después, atraviesa mi vida diurna. Este escrito que estoy haciendo, lo que sea que haga después de él, no lo sé, y tampoco una vez escrito sabré ya de su existencia. El vaivén del minuto, el péndulo del reloj, no se dejan seguir con mis ojos, ya no sé en qué mundo estoy. Si estoy dormida o estoy despierta, si la vida es sueño o qué más dá, si es un sueño lúcido el que camino pero no tan lúcido como para encontrar qué es aquello de lo que vengo, ni tampoco lo que será.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Animales

Ayer soñé que estaba en un campo y tocaba la tierra labrada, blanda, y que casi me revolcaba en ella y me extendía panza arriba para mirar el cielo claro. Y de repente veía cruzando sobre mí una bandada eterna de cuervos de diferentes tamaños, un manchón azabache que se movía frenético y ágil alejándose como una flecha en el horizonte. Entonces le seguía una horda de animales coloreados: caballos, antílopes, elefantes, rinocerontes, lagartos. Mamíferos de todo tipo, reptiles, pájaros. Todos de colores, como si hubiesen sido pintados a mano: Sus lomos llenos de paisajes extravagantes en estampida conjunta sobre la sabana celeste. Y tras ellos en una burbuja aparte, tres peces beta gigantes: uno tinto-azulado y dos blancos. Y yo tirada en la tierra encontraba el espectáculo raro, y me atoraba de belleza y le iba contando a la gente que en el cielo corrían animales coloridos e increíbles. Pero las personas apenas asentían como si fuera normal, algo de todos los días, ordinario, obvio sin más.
Al despertar me han retumbado todas las veces que voy maravillada y entusiasmada a contarle a alguien el éxtasis de la existencia de alguna pelusa amarilla y la gente va pasando y mirando sin ver lo exultante y exóticas que son las cosas si no nos acostumbramos a ellas. Siento aún en los ojos el tintineo de los animales arcoíris, y en el corazón una tenue nostalgia por quienes no pueden verlos, por los ciegos; todos, todos los ciegos, incluyéndome a mí misma.

martes, 16 de octubre de 2012

El orden de los factores

Pasa de cuando en cuando que uno se sienta en algún punto donde cree que puede percibir la forma exacta de la vida. Apenas con el rabillo del ojo, o como un viento leve que apenas trastabilla, pero la sensación es nítida; sutil pero innegable: está hablando la vida. Y entonces uno camina confiado y enrarecido, sabiendo y al mismo tiempo preguntándose qué carajo es eso, esa cosa de ver de manifiesto por un momento el camino con sus intersecciones, sus dimensiones y sus desvíos. Uno transita por parajes desconocidos creyendo que no está perdido, en comunión con algo extraño, o quizás sólo con uno mismo. Las contrariedades lo distraen, pero no le quitan el brillo ni ese semblante sonriente y acojonado de ser valiente y sombrío. A lo mejor si eso pasa es que uno está aprendiendo a vivir; o a lo mejor es que está emparanoiado vaya dios a saber con qué artilugios místicos o míticos. Quizá el tiempo de andar le confirme a uno qué es el qué, y se esclarezca si uno es un sabio loco o un loco sabio. Que pase el tiempo y defina, y diga si para esto el orden de los factores altera o no el producto.

Lejos

A veces cuando estás lejos, dejas de estarlo y yo voy a visitarte a ese rincón de mí que habitas. Te hago café y te cuento mi día, te hablo cansada de las cotidianidades y las tonterías. Y el tú dentro mío a veces responde y a veces olvida, se distorsiona, se retuerce, se contamina. Y entonces discutimos y me pongo fría y blanca y púrpura y vacía; vacía de tí que de nuevo estás lejos, hasta que dejas de estarlo y...

domingo, 14 de octubre de 2012

Sequía

Mi río interno parece secarse a veces, no se oye, no lo oigo. Escribo poco. Quizá el cambio de estación, pienso, también a mí me aridece. El otoño de rojo follaje cae también dentro mío. Las hojas secas confunden entre su áspero chasquido el murmullo de mi río. Mi ruido interno ha cambiado su silbido por un otoñal tañido.

Diálogo

- El secreto está en poner la conciencia en el aquí y el ahora.
- No, el secreto está en elevar la conciencia más allá de cualquier aquí y ahora, donde no hay tiempo ni espacio.
- No, así no es. El secreto está en ambas simultáneamente.
- ¡No!. No hay secreto alguno.