jueves, 28 de febrero de 2013

Paracetamol

Tanto he oído hablar de estar en el dolor, de no huir, de entrar en él, de abrazarlo, aceptarlo, acogerlo y agradecerlo, que a veces he pensado que es un crimen tomarse un Paracetamol. En cualquier tradición psicoespiritual se encontrarán las referencias a cómo el acercamiento al dolor es la fórmula mágica que paradójicamente nos libra de él. Y yo lo he creído, ese reduccionismo egocentrista. Durante años he primero resistido, luego luchado mi resistencia y finalmente me he rendido a la experiencia dolorosa y lo que ella trae. No obstante, el dolor continúa y en ocasiones se hace aun incluso más intenso, y, lo juro, a quien quiera decirme que el problema es que aun me falta entrega o visión puedo sacarle las tripas al instante.
El dolor es una experiencia transformadora, y lo único que ha cambiado con la disminución de mi pelea en su contra es que sufro menos por su presencia. Me ha parecido entender que el dolor es una realidad absoluta para quien lo padece, que "es así" radicalmente en el instante, y que a veces uno duele porque sana cosas que probablemente lo trascienden a uno infinitamente aunque en su ignorancia no pueda verlo. Dejar de culparme porque el dolor esté y salir de la ilusión de que está absolutamente en mi poder sanar, son las cosas más reparadoras que he hecho con él. Eso, y tomarme un gramo de Paracetamol, que dios lo bendiga, me recordó por unas horas lo que es habitar un cuerpo sin dolor.

miércoles, 27 de febrero de 2013

La historia dominante

Siempre se me enseñó a dar crédito a las historias anexas. En mi familia nuclear se predicaba una especie de izquierdismo existencial, un dogmatismo antidogmático, si queremos. También en mi colegio se me inculcó que ser librepensante era descreer la historia dominante, se me explicó el valor de la multiplicidad de miradas y el terror de tener una única narrativa, más aún si esta era la más popular. Posteriormente en la universidad, se me detallaron ampliamente las complicaciones del poder que reside en el discurso y se me urgió a apartarme de los decires oficiales. Me convertí pues en un portento del cuestionamiento de lo establecido y del status quo; un vicio que entedería posteriormente, no era más que la encarnación del espíritu del tiempo. Donde sea que hubiera una historia, allí estaba yo para develar el subtexto. Si se me decía Alopatía, yo decía Homeopatía, a Freudianismo contesté con Junguianismo, a Gestalt con Chamanismo, al Habla con el Cuerpo, al Cristianismo con el Agnostiscismo, el Budhismo, y hasta con el Dadaísmo. Siempre buscando la minúscula en la mayúscula, la historia paralela, los factores contingentes.
Hasta que también se me dió por dudar de la izquierda, por pensar que no está en un mejor lugar que la derecha. Fué entonces cuando me entró el Centro. Palabras como Inclusión, Integración, Ambas, Juntas, También, y otras del estilo llegaron a mi boca. Quise universalizar la dualidad dando siempre cabida a las dos historias: Alopatía Y Homeopatía, Freudianismo Y Jungianismo, y así y así.
Posteriormente por lo procesos naturales del pensamiento, supongo, cuestioné también la dualidad. Fue entonces cuando me llegó el depende. Me harté de la conjunción y me volví más amiga de la disyunción, todo me pareció válido según las circunstancias. El entorno manda: Sí el Cristianismo, y también sí el Budhismo, El uno o el otro depende sólo de dónde, cuándo y con quién. Eso parecía sensato, hasta que al cabo del tiempo también la disyunción se me hizo chica, porque de todas maneras concebía como sólidos los dos disyuntivos, mientras que mi pensamiento comenzaba a gradalizarse. Esto y/o lo otro parecían tener sentido, pero más aun si se les veía en diferentes grados y niveles: Habla y cuerpo, o alguno de los dos, pero depende dónde, cómo y con quién y sobre todo, en qué grado: mucho, poco, nada o absolutamente, o miles de otros grados en la mitad.
Y de repente algún día volví a pensar en la historia dominante y en el espíritu del tiempo, y me vi en mi gradalización, en mi relativización, encarnándolo de nuevo. Me confronté con mi incapacidad de ver la cosa por sí misma, de ver el tao en vez del taoísmo, la psique en vez de la psicología, la vida en vez de todos esos conceptos y esa filosofía que hoy me parecen tan rotundamente inútiles (en un nivel, claro). No hay conclusión que no esté velada por un punto de vista, la validez se me escurre entre los símbolos y los medios. Creo que nunca antes de este punto había entendido, o aunque sea vislumbrado, y realmente deseado la liberación. En algún lugar entre la historia dominante y las paralelas se me pierde la conciencia, entendí. Hoy veo con impotencia desapegada que se me ha perdido y aún se me sigue perdiendo.

martes, 26 de febrero de 2013

Espirales

Repetirse. Vivir lo mismo, pero desde otro punto, una y otra vez, con ínfimas variaciones de mirada, de forma. Estar del otro lado y de nuevo recomenzar el círculo: de los 180 a los 360 grados, porque la vida se desarrolla en espiral. Cíclicas espirales, monótonas espirales, eternas espirales.

domingo, 24 de febrero de 2013

Capacidades

Descubro que soy capaz de hacer de lado la amargura para dejar salir el amor, y también para dejarlo entrar. Que soy capaz de estar frustrada y dulce, feliz y triste, apagada y sensual. Que puedo tener a veces cinco años, a veces doce, aveces treinta y a veces ciento dos. Y también descubro la más feliz habilidad, la de constatar la inconstancia, el absurdo o la dual variedad, y querer ser ellos: permitirlos sin chistar. Me doy las gracias por esa capacidad.

viernes, 22 de febrero de 2013

Segundos

¿Qué hago con todas estas horas, estos segundos? ¿dormir eternamente? ¿meditar eternamente? "Estar conmigo" diría la cursilería new age, pero es porque ella no sabe que estoy árida y aburrida, no sabe que soy este tipo de compañía.

jueves, 21 de febrero de 2013

Si el amor

¿Y si al final se puede vivir de amor? Eso que tanto he escuchado en negativo, ¿qué si yo compruebo a fuerza de diario latir, de diario observar, que se puede? ¿quiénes van a venir a decirme que el techo o la comida o...? Yo digo que es posible y necesario. Eso digo, o eso me parece estos días áridos de todo lo otro, de oclusión de la esperanza misma. El amor salva, pienso en general, pero específicamente, opino que el amor que salva es, en mayor medida que el recibido, el dado. Es porque se da que salva, y esto, no hay comida ni techo que lo pueda.

martes, 19 de febrero de 2013

Tiresias

Toda la belleza pasa de largo. Soy Tiresias y lo veo todo claro, pero estoy impedida y tengo algo cerrado. Mi lazarillo ha corrido al campo y mi mano se extiende para buscarlo, pero no encuentra nada. Nada, nada, nada.

Más dolor

Noto cómo me muevo, por ratos, buscando añadirle más dolor al dolor. Allí donde ya duele hace días, agregar un poco de la agudez perdida, un poco del viejo pinchazo insoportable. Porque el dolor perpetuo es aburrido, se vuelve habitual, y algo hay que hacer con él si no cura. Sólo por eso me muevo allí donde no puedo para sumar. Sumar dolor al dolor.

lunes, 18 de febrero de 2013

Salida

Yo en el espejo y detrás mío el mundo pesado y antiguo, cuando incluso la muerte ha dejado de ser una salida.

viernes, 15 de febrero de 2013

Tolerar el placer

Uno no cree que quiera que las cosas se marchiten, uno piensa que lo desea todo vivo, puro florecimiento. Pero lo cierto es que la flor que tengo en mi escritorio, tan abierta y lozana, ya está albergando el polvo, y aunque sigue de cara al sol y a mí con sus fucsia exuberante, comienza a dejar de ser bonita. He empezado en los últimos días a desear que comience a dar signos de morir, pero es aguerrida, se aferra a la vida a y la belleza que no puede saber que ya no es suya. Y me observo deseando esto y me pregunto ¿cuántas veces me ha pasado con las cosas de la vida que no he podido aguantar su florecimiento? Tengo poca tolerancia al placer, poca tolerancia a la belleza, eso es lo que sé.

martes, 12 de febrero de 2013

Sonrisa

Hay una sonrisa que sale del dolor intenso y continuo. No se piense que es ficticia, no señor. Tras la persistencia, después de la amargura, el aguante y el desasosiego, de repente se abre paso una especie de "qué más da" que brilla como un rayito de sol y se desprende de ahí mismo donde duele. Esa misma, esa sonrisa tengo hoy.

miércoles, 6 de febrero de 2013

Seriedad

Tanta circunspección, tanto rictus. La piel de cartón, el corazón recio y ningún vicio. En algún lado hay un arcoiris que me estoy perdiendo. Me falta la sangre como el dinero. Llevo la seriedad del ignorante, del que en el destino no reconoce el vapuleo. El mundo me es ajeno, nada allí me pertenece, yo soy de otra especie, me he apegado al destierro. No tengo sangre ni risa,me he vaciado de nuevo.

En otro lado

Medio escucho, escucho a medias sólo. Media frase, media letra. No me entero. Finjo interés, pero no es más que eso. No es porque no quiera, en verdad desearía saber lo que me cuentan, pero estoy en otro lado desconocido incluso para mí misma. Me encuentro lejos y con miopía.

Adultez

Y así se fue mi juventud y de repente ya soy adulta. Los tiempos estudiantiles, el drama y la risa larga, comienzan a ser de golpe reemplazados por mi madurez desnuda y dolorida que aun no se entiende ni se ve a sí misma. Voy entendiendo tan sólo ahora, cómo es eso de las etapas de la vida, de que uno deja atrás gustos, hábitos y patrañas, que uno cambia y en serio cambia. Que venga pues la adultez a ver en qué me convierto, con sus ojos cansados y su cuerpo yerto. Bienvenida y empieza el experimento.