domingo, 27 de enero de 2013

Gusano

A veces me identifico con el pobre gusano que no sabe que ese dolor intenso que siente, son sus alas que están saliendo.

sábado, 26 de enero de 2013

Los días al sol

Pasamos, uno tras otro, los días al sol, yo adormilada en tu pecho y tú mirando la bandada de pájaros que chillan a lo lejos. Luego abrigamos las noches con el calor de nuestros cuerpos y la manta de plumas; las horas llegan y se van de nosotros como las olas marinas, sin que temamos ser dejados en la orilla. Nunca antes sentí con tanta precisión el movimiento de la vida, el acontecer y el dejar pasar los días sabiendo que este es mi tiempo y que en este hacer nada estoy haciendo todo lo que necesito y debo, todo lo que le debo al mundo y me debo a mí misma.

lunes, 21 de enero de 2013

Enfermedad

La enfermedad me da una especie de objetividad sobre las cosas de la vida, un filtro para discernir las cosas importantes de las irrelevantes. Y es tan increíble lo poco que importan realmente las cosas, o mi propia existencia, o la del mundo... Todo se reduce a ese mismo instante en que el cuerpo falla y parece un milagro que apenas tire, vaya tirando. El cada segundo se vuelve precioso, y quizá sea eso lo que viene a recordarme la enfermedad. Pueda ser que eso sea lo que llaman "la enfermedad como camino".

jueves, 17 de enero de 2013

Recaer

Caer donde uno ya ha caído, por definición, pero un poco más fuerte, más preparado y más consciente, según mi ilusión.

De reojo

A veces me pasa que con el rabillo del ojo percibo, casi sin verla, la transitoriedad. Como una imagen rápida, fugaz, un milisegundo de conciencia de mi no permanencia, mi "polvo eres", de mi no-humanidad. Me entiendo ínfima e irrelevante, parte microscópica de algo infinito y grande. Y aunque es tan bonito,me da miedo, y por eso lo miro sólo de lejos. En mi cobardía me pregunto cómo será mirarle directo, como seré yo cuando sea capaz de eso. Cuando sea capaz de eso.

miércoles, 9 de enero de 2013

Trueque

La gente trueca unas cosas por otras: Saludable por fácil, barato por bueno, feliz por seguro, rápido por confiable, etc, etc. Unas por otras, se dice, una de cal y una de arena. Creo que si lográramos saber con relativa exactitud, cada quién, qué se puede trocar por qué y cuándo, tendríamos una parte importante del secreto de la felicidad. Sólo el mapa de intercambios, sólo eso, y podríamos vislumbrar el amor y el respeto propios. Eso creo.

H&M

Tengo un vestido de H&M que compré hace años. Creí que duraría un año como mucho, porque me costó barato y todo el mundo sabe que las cosas por las que se paga poco son disfrutables por breve tiempo. Sin embargo ha durado, quizá ya 5 años, y me lo encuentro en el closet como un misterio o una contradicción cada vez, contándome de su perseverancia o de mi poca fe. Quizá el vestido ha estado triste de que yo creyera tan poco en él, pero me ha sido servicial igualmente. No sé si alguien más pueda entender de qué hablo cuando hablo de este vestido, pero a mí parecer estoy reflexionando sobre las profundidades de la naturaleza humana. Seré banal, quizá, al pensar que los intersticios de la humanidad tienen que ver con una prenda de H&M, pero el vestido me pregunta desde su gancho siempre sobre algo muy dentro mío, sobre lo que espero de las cosas, sobre mi confianza, la que tengo (o no tengo) incluso en la vida. Se puede comprar preguntas vitales en las tiendas de cadena, lo confirmo.

Trinchera

Ahí en la zanja los soldados amigos se convirtieron en enemigos. No sé si soy cobarde o valiente por no tirar del gatillo, por dejarme cubrir por el barro hasta las cienes.No sé qué siento. Espero que pase el tiroteo, atrincherado y trémulo; aguardo mi hora, la de la salvación o el abandono. Pequeña muerte. Podrían matarme y no lo sabría. Quizá ya estoy muerto, quizá morí. Si hay algo que no dije o no hice, no lo sé. Tengo congelado el cuerpo todo completo. Y sea cual sea el órgano que procesa y que entiende, también se congeló; igual el alma, yo qué sé. Sólo sé de esta anestesia, este adormecimiento y este barro negro, estas aguas oscuras donde no existe el tiempo ni existe nadie más que yo. Quizá estoy muerto, quizá morí.

Signos del deterioro

Los tejanos nuevos que se rompen, el juguete de poco uso que se estropea, el dulce que estaba amargo, el flamante Titanic naufragando. La esperanza, la expectativa de que algo funcione a perfección sólo porque es recién nacido y está lleno de vida, o lleno de algo que huele a nuevo, que inspira viento sólo a favor. ¿Quién nos contó ese cuento? ¿Que escoba nueva siempre barre bien? ¿Que el mal funcionamiento o el error son signos del deterioro? El asombro, la estupefacción cuando comprobamos que esto no es una ley, la incapacidad de entender las evidencias del marchitamiento en algo lozano. Y la nostalgia del mundo en donde las cosas esperan a estar viejas para fallar, o no fallan nunca, la esperanza de que nunca volverá a pasar, de la felicidad por siempre, de la recompensa universal. ¿Será terquedad, hastío o inocencia lo que nos hace mantener la tonta fe? Aun no discierno bien, pero creo que las tres.

lunes, 7 de enero de 2013

Pantano

Es bonito el pantano, las algas, las ranas. El paisaje de mi corazón infantil y lloroso. Está inundado, pero es bonito; es bonito.

Grieta

Por la grieta de lo que se ha roto, asoma mi consciencia cálida y desoriendada. No se entiende nada. Es difícil comprender lo que se ha quebrado; sólo contemplo tres posibilidades: sea que no se ha quebrado, sea que se ha quebrado de tal manera que es ahora irreconocible, o sea que, como dicen los budas, no hay nada que pueda ser quebrado. Me gusta la tercera. Me quedo con esa.