martes, 13 de agosto de 2013

Tener amos

No me gusta, nunca me ha gustado tener amos. No me gusta que me manden ni que me exijan ni que me digan cómo tengo que hacer mis cosas ni el qué. Pero me dejo a veces, como se dejaron domesticar los gatos algún día. Nunca he entendido cómo es que los gatos son domésticos si cuando caminan llevan el vaivén de la independencia irreparable. No sé cómo es que los gatos han decidido de repente ronronear cuando se les mima, pero sé que es la misma razón por la que yo.

domingo, 4 de agosto de 2013

Desvelo

Ella se desvelaba con él siempre. No juntos, más bien ella cuidaba el desvelo de él y eso derivaba en su propio desvelo. Y como resultado lógico, verdades dentro suyo perdían el velo, como ocurre siempre cuando sin quererlo o queriendo se queda uno despierto viendo alumbrar el cielo. La verdad de ser devota, por ejemplo, acoplada a los biorritmos de aquel hombre que a su lado sudaba caluroso el residuo inútil de las pastillas para dormir. La verdad de estar compartiendo una vida con él, la misma, como fetos de la misma madre. La verdad de la mezcla entre amor y apego que hizo que horas después al levantarse él, también ella lo hiciera preocupada por el desvelo, no por el propio, o mejor dicho sí, porque el de él de estar tan junto, había dejado de ser ajeno.

martes, 30 de julio de 2013

Constelaciones

Un post-it mental con sabiduría sistémica: La mujer sigue al hombre y el hombre sirve a la mujer. Punto.

sábado, 27 de julio de 2013

Esas palabras que maquillan el desprecio

Lo esconden pero no lo ocultan.

Niños

En el bosque de las bayas, dos niños perdidos e inexpertos. El uno las va comiendo todas, simple e ingenuo; el otro no come ninguna, receloso del por venir. Un paseante encontró sus cuerpos: el primero murió intoxicado, el otro, de inanición.

¿Cómo será?

A menudo me pregunto cómo vivirá la otra gente. Cómo será ser alguien distinto de mí, cómo se siente y se piensa y se está. Cuando voy por la calle me abruma ver tanta gente e imaginar a cada una con su propia historia y su manera única de ver, de percibirlo todo. Me siento pequeña y atrapada en mi morada, y me da tristeza de mi encierro tan lleno de mí y tan vacío de mundo.

miércoles, 17 de julio de 2013

Flor Carnívora

Era fétida la flor carnívora, y por eso la amó la mosca.

Riesgo

En esta fina línea, tambaleo. Un pié tras el otro. El corazón en la boca y la boca reseca.
De vez en cuando, la vida me ofrece una varita para mantener el equilibrio.

lunes, 24 de junio de 2013

Pequeña bailarina

Tras el fuego, salió a bailar, desnuda pero cubierta, seductora y torpe. Desde el rincón la miraban los ojos del fénix que por desconocer su naturaleza de ser en renovación, se creían muertos. Si se miraba en ellos, se veía la vida en forma de una pequeña bailarina rodeada del júbilo, la envidia, la tristeza, el desamparo, la frustración, la culpa, el cansancio, la admiración y el deseo que habitaban las pupilas. Todo era pura vida, aunque la bailarina bailara como en un cementerio. Todas las aparentes cenizas eran de resurrección y toda la danza era para a la vida, la nueva y la antigua, la reconocida y la que no.

martes, 18 de junio de 2013

De vuelta

Hay cosas que, creo en un hoy de ojos abiertos, me habría sido muy difícil aprender si no me las hubieran hecho de vuelta. Cosas sobre el respeto, sobre el amor, sobre la entrega, cosas en las que uno intuye, pero no sabe que está incorrecto hasta que no le arden en el propio cuerpo . Por más reflexivo o empático que sea el sujeto, la introspección no revela cómo son las cosas en otro pellejo... Por eso soy acólita, aunque aturdan, de las venganzas de la vida. De la manera particular que tiene este sistema de hacer su propia justicia en la que los crímenes no se pagan sino hasta que la lección ha sido aprendida, sin importar el número de cadenas perpetuas que tome llegar a ello. Hasta que no se aprende,el boomerang sigue regresando infinitamente, cada vez con mayor fuerza. Estas son las cosas que, creo en un hoy de ojos abiertos, dan mayor humildad en la vida.

Vergüenza

Poner la otra mejilla -algo que hago varias veces al día últimamente, por valor o por cobardía- a veces no sabe tanto a compasión como sabe a vergüenza, a vergüenza de esa que no trae humildad ni trae nada más que más vergüenza.