lunes, 31 de octubre de 2011

domingo, 30 de octubre de 2011

‘Cuerpo’

Siento lástima de mi cuerpo, tan relegado. Hubo un día en que sentí tanta pena por él, que lo unté de miel de arriba abajo y lo besé diciéndole cosas bonitas con voz pegajosa. Me enamoré un poco de mi piel y mis extremidades entonces, pero pronto las abandoné de nuevo. Pobre cuerpo paria.
Que el cuerpo es una funda de piel rellena de órganos, músculos, nervios y huesos. Que el cuerpo es el vehículo de la experiencia orgánica. Que el cuerpo es tal o cual cosa, vive diciendo la gente, como si se pudiera hablar del cuerpo o se pudiera saber lo que es a través de sus definiciones o de las láminas de medicina. Yo quisiera comprenderlo mejor, pero lo único que entiendo es que mi cuerpo es un extraño, que pertenece al dominio del inconsciente, de lo innombrable.
Yo lo que sé es que el cuerpo no es un medio -en eso están equivocados- sino la experiencia misma. No es un instrumento para vivir, es la vida encarnada; la savia, no el xilema. Es lo más concreto, lo más real, lo más tangible; tanto, que para contenerlo no hay palabras. Tal vez haya movimientos, danza, baile, espasmo, temblor. Si es así, la palabra ‘cuerpo’ sólo podrá ser danzada para ser aprendida y mientras no la bailemos, seremos ignorantes.

Astronomía

Se encontraron en un bar del centro. Olía a churro quemado y a cine independiente.
Él llevaba una rosa roja. Ella un mapa de las estrellas del día en que él le enseñó las constelaciones antes de hacer el amor bajo el cielo nocturno, sobre el pasto húmedo.
-Usted es una mujer para el amor, pero tiene el corazón roto y está metida en muchos líos, y yo estoy jodido- Le dijo mirándola con ojos de almendra.
Años después ella se enteró que él se casaba. Se apagaron todas las luces en ese cielo estrellado de hace tiempo.

sábado, 29 de octubre de 2011

Arcáica afección

Recién nacida, quería vomitar hasta morir toda su rabia y el aborrecimiento que sentía por el mundo. Actuaba sabiamente desde su necesidad profunda, pero los adultos lo vieron mal así que la pincharon, la desertaron, la cortaron, la sellaron, la irrespetaron, la entubaron, la revivieron, la cauterizaron, la abandonaron, la anestesiaron, la forzaron, la hurgaron, la ignoraron, la condenaron. La marca de la obligación y la violencia quedó en su cuerpo, la prohibición de la ira y el odio, en su alma.
Fue desde entonces monstruosa y lúgubre, buscando el derecho a la muerte que le fue arrebatado, para poder conseguir el permiso a la vida.

jueves, 27 de octubre de 2011

Luna

Siendo luna estaba lejos, triste porque era nueva y había demasiado silencio.

Si yo fuera Agua

Si yo fuera agua sería lago. No sería río que fluye rápido, ni mar inmenso y poderoso. Tampoco sería pozo servicial y oscuro, ni sería represa contenida. Sería lago, verde y llano, espejo del mundo afuera. Todo aquel que a mí se acercara, vería su imagen nítida al verme y así llegaría a mis entrañas llenas de algas, de piedras y de peces.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Cielo abierto

Sentada frente al mar de otoño con mis pies sepultados en la arena, escribo. La luna está traslucida cuando aún es de día y la luz clara se refleja sobre las cosas dejándome ver. El mar está dócil y parece una llanura azul sobre la que casi esperarías ver pastar manadas de bisontes purpúreos, pero en cambio, sólo se ve a lo lejos un velero blanco que parece deslizarse sobre la superficie sólida.
Veo el cielo abierto y los rastros de Darío comienzan a poblar esta playa desierta que caminamos juntos mientras yo le daba lecciones de vuelo fallidas. Siguiendo las huellas en la arena, voy recordando cómo ilusa creí que desarrollaría alas y lo subí conmigo en los vientos fuertes más allá de las nubes, y recuerdo también aquel día en que me di cuenta que ese hombre no aprendería a volar. Estábamos en medio cielo y el desencanto me rasgó el enamoramiento. Descuidada, lo solté en una corriente alta y vi su caída libre cortando el éter, su estrellarse y romperse en fragmentos luego.
Me doy pena y repulsión, francamente, por tan implacable, tan fría y tan mierda que fui. Siento que merezco estar aquí sola, acumulando sal en la piel y volviéndome roca sin darme cuenta. Sin embargo, de cara al firmamento diáfano también me reivindico, porque en toda honestidad, de corazón, me es absolutamente imposible realmente amar a un hombre que no sepa volar.

Penumbra

El frío del suelo en su costado derecho. La mejilla congelada, plana sobre la superficie uniforme y maderada. Junto a ella la mano reposaba lánguida, inerte, semi-abierta. Encendió una luz mortecina, pero la apagó en seguida para poder apreciar mejor la belleza que había en el asco repugnante y el desprecio que sentía. Percibió sus formas torneadas o puntiagudas, sus olores simultáneamente nauseabundos y aletargantes, su textura pegajosa de alquitrán. Con los ojos abiertos en la penumbra, palpó sus propias hostilidades y las acarició dulcemente tras las horas, en un arrullo que la absolvió suave y la entregó al sueño.

sábado, 22 de octubre de 2011

Mariposas

Estuvieron pasándose una legión de mariposas de boca a boca toda la noche. Tal fue el tránsito que al final no se sabía cuáles eran de quién, dónde estaban las de ella, los parajes de las de él. Tantas mariposas desorientadas y aturdidas terminó albergando ella, que pronto el aleteo pudo más que la gravedad. Elevada sobre el suelo y sonriendo el cosquilleo que le generaba el ajetreo, se miró los pies flotando y se preguntó: ¿Pero dónde están mis zapatos?

miércoles, 19 de octubre de 2011

Haikú

Le habló sobre los japoneses. Le contó la historia de cuando ese primer amor le regaló el libro de Mishima y le narró el subsecuente camino de pasiones que eventualmente terminó en Murakami y en la exquisita Shônagon. Con creciente exaltación le relató la belleza de los paisajes de Bashô y Chiyo-Ni, llenos de ranas, lluvias y pétalos de flor cerezo que jamás había visto, pero imaginaba como algo sublime, rosa y algodonado, tan delicado como la existencia misma.
Días después llegó un haikú por correo. Tenía título.
¡Cuánta tristeza!

lunes, 17 de octubre de 2011

Silencios Breves

Entrepalabraypalabrasiemprehayunsilenciotransitorio,unapausadiminutaqueseparaydotadesentido.Cuandohablamos,perotambiéncuandoleemosparanosotrosmismos,usamosesospequeñosespaciossordospararespirar,paraentretenerloexpresadoyrecaptarqueahíestamos,leyendo,aúnvivosyenelmundo.Ellectoroelhablantereflexiona,aunqueavecesinadvertidamente,sobresunaturalezadehumanolenguajeanteconcadabocanadaaliniciooalfinaldeunaráfagadepalabras.Elsilencioefímerointerlingüístico,bondadoso,nosregalaconcienciadenuestrapropiaexistenciaynuestracualidadmortal,perotieneaúnotravirtudmáselevada.Elsilencioesamanteincondicionaldecadacosadelmundoquelalenguanosrevela,cadaestado,cadaser,cadablasfemia.Noimportalapalabraqueloprecedaolosiga,élpermanecesiempreamparandolonombradoindiscriminadamente.Está,detrásdepalabrassoecescomoMinistro,ChurrascoyEncarnación,oviéndosedisminuidoantepalabrasdelcalibredeMaleta,DiluiryAntílope,sedeslumbraantelaeleganciadeGato,ZancadayBelladona,ypermiteestoicoaCadáver,Purgatorio,SeboyTornillo.
En esos silencios breves, se esconde lo mejor de lo que somos.

domingo, 16 de octubre de 2011

Ambigüedad

Quiero mentirte, pero no quiero mentirte: Para ser uno mismo sin recato es necesario disociarse, porque a veces serse fiel resulta triste, cruel y vergonzoso.

Beso

Cada vez que pienso en ese beso que te di antes de que te marcharas ayer, me viene una punzada en el pecho y no sé si es porque estás, o porque no estás.

Nostalgia de lector

Siento que subrayar los libros es profanarlos, impedir una segunda lectura diáfana e ingenua. Pero, a veces, lee uno cosas tan bellas que inmediatamente se apega a ellas y da una tristeza terrible dejarlas perder entre las páginas sabiendo que luego serán irrecuperables.

Joya

Viendo mi alhajero pensé: Quiero una joya que me adorne el alma, que la embellezca cuando me repudio tanto.

Calorcito

Hoy cocinando miraba la llama y la sartén y pensé qué bien sería tener un fogoncito para el alma, que me derrita cuando estoy tan dura y me hielo e incubo estalactitas que se me entierran y me atraviesan.

Sueño

Durante el día fui olvidando el sueño con el que desperté de madrugada. Sentirlo abandonarme a trozos fue como verme a mí misma marcharme de mí.

Palabras urgentes

Esta urgencia creativa sabe más de mí que yo misma. Sabe, por ejemplo, que no necesito comer ni dormir para estar viva. Mi cuerpo dice que no, pero es que el cuerpo no sabe, el cuerpo ignora que si dejo de escribir, muero.

Música

La música tiene un carácter semántico, comunica significados que a través de las palabras están contaminados, se trastocan o se pierden. El entendimiento entre dos seres a través de tonadas es puro y directo, por eso a veces pienso que amar puede ser resumido en aprender a escuchar la música que le gusta al otro. Bajo esta premisa, los melómanos lo tenemos muy difícil para ser amados, no tanto por nuestro gusto diverso, sino porque en cada ritmo hay infinidad de matices de nosotros mismos. En contraprestación, amamos con facilidad y también con facilidad nos aburrimos y buscamos explorar nuevas melodías.
Amado o amante, el melómano parece tristemente sujeto a la incompletud.

Bang

Puedes quedarte aquí esperando que yo haga eso de acariciarte con las palabras, o a que te mate de la misma manera. Ya sabes qué bien puedo hacer lo primero y créeme, lo segundo lo hago incluso mejor.

Nudo

Voy a poner mis manos sobre tu boca. Voy a dejar que vayas besando uno por uno mis dedos, que los recorras y los huelas. Voy a tocar la piel fina de tus labios con los ojos cerrados, sintiendo la humedad, el filo de los dientes. Antes de besarte, pondré mi oreja contra tu pecho para escuchar las cosas que tiene que decirme y oír tu corazón hablar cada vez más rápido hasta que sus palabras se confundan con las que grita el mío. Y al ritmo de esa música voy a jugar a enredar mi cuerpo en el tuyo, mis brazos con tus pies, mis piernas en tu torso, mi lengua con la tuya. Voy a dejar que dances, y yo también danzaré hasta que encontremos un ritmo que no sea el tuyo, ni el mío, sino el de los dos juntos y acoplados, respirando al unísono. Ahí desaparecerá la palabra ‘voy’, y sólo será posible ‘vamos’.

Numb

Se me duermen las manos. Escribo lentamente y apenas siento los dedos contra las teclas. Bebo sola, pero mi mente está llena de gente. En una misma noche subir a la embriaguez absoluta y luego bajar y encontrarme como una reina. Éste estado se pasará, no volverá a menos que lo alimente. Ahora toca una noche normal, una noche como todas. Quizás ir al cine. Claramente no beber más que esta botella que ya me tiene anestesiada y perdida entre las horas y las estrellas que no forman constelaciones sino grupos indescifrables e incomprensibles.

La Feminidad

La cosa con la feminidad es que no tenemos ni idea qué demonios es lo que es eso. Creemos que se trata de las tetas, la vagina, la menstruación, pero estamos confundidas con la reivindicación de las tallas grandes por los comerciales de televisión de Dove. Las mujeres que salen en esos comerciales, de acuerdo, tienen sus carnes, pero habría delgadas que matarían por tener sus formas. Son sílfides gruesas, de pieles inmaculadas y con una perfecta distribución de las adiposidades. Mujeres dignas de un Boticelli que nos quieren hacer pasar por revolucionarias, pero son simplemente una continuación de la tiranía de la estética que siempre se nos ha impuesto. El asunto es que en nuestra cultura, el cuerpo femenino está para ser visto y tocado por los hombres, como si no tuviera una función por sí mismo sino que requiriera de la valoración masculina para existir. Me hartan las revoluciones ingenuas de las mujeres que compran Dove. Ya quisiera ver al verdadero valiente que se atreviera a poner mujeres con Michelín, estrías y celulitis en los comerciales. Mientras tanto, déjennos de joder, por favor, y déjennos moldear nuestro cuerpo a nuestro antojo, ¡carajo!

Sobre la Espera

Uso palabras como "Espero", "Esperar", "Dilatar", "Postergar", “Demorar”, “Retardar”, “Aplazar” y "Aun". Me paso la vida esperando cosas. Estómago vacío. Alerta. Tristeza. Rabia. Rechinar de dientes. Hombros subidos. Cabeza hacia delante. Ojos bien abiertos. Irritabilidad. Minúscula respiración.
Esperar a que termine ésta charla que apenas comienza. Esperar los resultados de un examen médico. Esperar el tren. Esperar a que suene el reloj despertador. Esperar a que se venza mi tarjeta de residencia para poder renovarla. Esperar por un visado. Esperar una llamada o una carta o un mensaje. Esperar a que amanezca. Esperar a que anochezca. Esperar que el tiempo pase para sanar una herida y poder perdonar. Esperar que a alguien se le pase el enojo. Esperar que me saquen a bailar. Esperar que el agua de la ducha se caliente. Esperar que llegue el invierno. Esperar que la mantequilla se derrita para freír. Esperar que el sueño me visite. Esperar un amigo en un café o en la calle. Esperar que pase la lluvia. Esperar a que comience un concierto. Esperar que el perro haga sus necesidades. Esperar a ser viejo para entender de qué va la vida. Esperar a que te atiendan en el hospital. Esperar. Esperar. Me paso la vida esperando cosas.
Estoy cansada de la espera que me agota, me vampiriza las horas y se apodera de todo lo valioso que produzco en mi mente ahora atestada de telarañas o ratoneras. ¿Qué pasaría si no esperara? ¿Es posible no esperar? Freud o Lacan, ahora no lo puedo recordar pero alguno de los dos, decía que es la espera la que genera que vayamos definiendo nuestra identidad como individuos separados de la madre, como seres en nuestro propio derecho y dominio. Dado que una vez abandonado el plácido paraíso uterino nuestras necesidades no son atendidas de manera inmediata, concluimos que no hay manera de que el pecho, ese amigo y enemigo, sea parte de nuestra misma unidad. Nos separamos y nos individuamos a través de la espera, y también atravesándola, dirían otros psicoanalistas, dualizamos el afuera con objetos buenos que nos aman y nutren, o malos que nos condenan al llanto y la insatisfacción.
Los orígenes de nuestra psique están ligados a la postergación. Somos porque esperamos. Nuestra vivencia con la espera parece mantenerse a lo largo de la vida como un vals entre el placer y el displacer. ¿Entonces? Hace un tiempo tomé la ruta del que desafía los conceptos y pronto comencé a utilizar palabras como "Paciencia, "Soltar", “Calma”, “Aguante”, “Estoicismo”, "Permitir" y "Aceptar". Creí que me llevarían por un rumbo más cercano al deleite, lejos de los objetos malos del mundo extrauterino. Sin embargo, pronto sospeché que estas palabras sostienen escondida la espera en algún lado, como si la hubieran fagocitado y te la presentaran con otra apariencia. Sólo suponen una actitud más relajada frente a ella, pero no la eliminan; la espera está ahí agazapada, disfrazada, maquillada, enmascarada cínicamente.
Busco entonces palabras, escarbo entre en lenguaje materno, que por materno entonces también es pecho malo y pecho bueno, hasta que, creo, he encontrado: "Presencia", "Estar", "Presente", "Segundo", “Habitarse”, "Instante" y "Verdad". Si se puede nombrar, la experiencia de la no-espera es posible y probablemente -aquí está la paradoja- está esperando ser encontrada.

De tortugas catalanas

Cuando yo cumplí nueve años, mis papás me regalaron una tortuga. Era ovalada, de color verde oscuro y la bauticé Casiopea en honor a Momo, el libro de Ende. Cuando le rascabas la parte posterior del caparazón asomaba la cabeza, pero de lo contrario, podía quedarse allí metida por periodos incalculables sin siquiera salir a comer. A veces me preocupaba y me preguntaba si era que no le gustaba la comida. Yo le ponía lechuga, pero ésta es la época en que todavía me pregunto si esa raza come legumbres o se alimenta de bichos. A veces también la ponía en el agua con cariño creyendo que la disfrutaba, pero ciertamente nunca llegué a saber si era de río o de tierra la pobre, así que no estoy segura de si le hacían bien o no mis cuidados.
Una cosa que recuerdo bien es que en vez de forzarla a salir de su escondite cosquilleándola, yo solía esperar pacientemente y de manera desapegada, es decir, en una expectativa liberada y poco tensa, a que ella misma decidiera visitar el mundo exterior. Ésta labor podía tardar días, a veces tantos que incluso solía yo olvidarme de su existencia, y al final su obstinación terminó por matarla de inanición. Ahí entendí que en ocasiones respetar y dejar suceder las cosas es también estar dispuestos a permitir que algo muera.
Hoy, 20 años después y frente a una tortuga catalana me veo repitiendo la historia. En vez de perseguir su paso, permito que nos acerquemos la una a la otra con la lentitud cadenciosa que vayan marcando los eventos, sabiendo que en el camino pueden suceder dos cosas: que algo se me marchite dentro y muera o que, como sospecho que pasó con Casiopea, refugiada en su caparazón, la tortuga pierda la noción de que yo estoy aquí y que la quiero.

Identidad

A Laura le gusta escribir y juguetear con las palabras. Con algunas de ellas por lo menos, poseedoras de tornasoles que revelan al ser alumbradas por las esquinas. Cuando se mete entre las palabras y las explora también está haciendo su propia espeleología interior. Pisa el suelo fangoso del lenguaje que tapiza sus cavernas oscuras repletas de guano y así muta. Muta, muta, muta, muta. Y entonces ya no es más Laura, sino que se transforma en LAURA, laura, lAUrA, AlUrA, LAuRA, LauRa, AruaL, Larua, Alura, Larua, aruLa, UraLA, AAlur, Ralua, ruala, UaLAr, y Laura.
Entre tantas Lauras ya no hay ninguna, o sólo alguna entre todas juntas. Y Laura se siente en una cámara de espejos lingüística en donde cada rebote le devuelve una imagen que aunque es ella misma, también no lo es. Pero queda la esencia, aquello que se refleja, las 5 letras en la palabra que son también la composición cristalina de su alma.

Sobre la no- pingüineidad.

Siempre cuando lo veo, después lloro. Creo que no por mí, ni por la manera en que nuestras vidas son ahora vectores paralelos que ya no se interceptan, sino porque me da tristeza nuestra condición humana que nos hace diferentes de los pingüinos, tan fieles y comprometidos. Nuestra no-pingüineidad, esa tendencia que nos hala hacia la impermanencia, es la responsable de que nos fusionemos en amor pasional sólo para luego seguir el movimiento expansivo de ir perdiendo uno del otro el hilo hasta desconectarnos. Cualquier cosa basta para alimentar esa trayectoria, generando un polvo que se acumula en las esquinas y nos va dejando solos como burbujas que se desprenden del aro. Yo a él le daba una sensación de dicotomía ineludible, de delicadeza y ternura infinitas irrumpidas por estas ganas de sacarme los ojos, de coger mis órganos y tirarlos por doquier. Él a mí me daba la sensación de estar anestesiado a veces y de ver la vida desde el palco. Juntas, su sensación y la mía, aumentaron la tensión superficial del jabón hasta hacernos estallar en un plop repentino, y ahora ya no soy pingüino ni soy burbuja ni soy nada más que un ser condenado a la humanidad desgraciada.

30

No hay nada que festejar. Una vida cansina y arrastrada por ciudades lejanas. Un corazón cobarde, una mente ignorante que no sabe por dónde guiar los pies que deambulan lerdos y perdidos. Cumplir treinta años ya es una cosa tonta e imperdonable, pero lo es aún más si no se ama a alguien, así sea a uno mismo.

Vestido

Hoy me puse mi vestido rojo y me peiné bonita para ir a caminar por la playa. Tomé la bici y bajé en línea recta por Balmes y luego por vía Laietana. El sol sobre mí calentaba poco en estos días de otoño que irrumpen enfriando el viento húmedo de la ciudad. Los zapatos de verano, abiertos y descarados, iban guardando el polvo de las calles en cada semáforo y cada parada. Viéndome reflejada en las vitrinas cómo lucía bella mi vestido y pedaleaba, una soledad se me fue trepando por los pies. Se me fue tupiendo el alma y al final en el camino recogí tanto vacío que ahora, frente al mar azul, mi tristeza es salada, mugrosa y desesperada.