No hay nada que festejar. Una vida cansina y arrastrada por ciudades lejanas. Un corazón cobarde, una mente ignorante que no sabe por dónde guiar los pies que deambulan lerdos y perdidos. Cumplir treinta años ya es una cosa tonta e imperdonable, pero lo es aún más si no se ama a alguien, así sea a uno mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario