domingo, 16 de octubre de 2011

Música

La música tiene un carácter semántico, comunica significados que a través de las palabras están contaminados, se trastocan o se pierden. El entendimiento entre dos seres a través de tonadas es puro y directo, por eso a veces pienso que amar puede ser resumido en aprender a escuchar la música que le gusta al otro. Bajo esta premisa, los melómanos lo tenemos muy difícil para ser amados, no tanto por nuestro gusto diverso, sino porque en cada ritmo hay infinidad de matices de nosotros mismos. En contraprestación, amamos con facilidad y también con facilidad nos aburrimos y buscamos explorar nuevas melodías.
Amado o amante, el melómano parece tristemente sujeto a la incompletud.

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