jueves, 28 de febrero de 2013

Paracetamol

Tanto he oído hablar de estar en el dolor, de no huir, de entrar en él, de abrazarlo, aceptarlo, acogerlo y agradecerlo, que a veces he pensado que es un crimen tomarse un Paracetamol. En cualquier tradición psicoespiritual se encontrarán las referencias a cómo el acercamiento al dolor es la fórmula mágica que paradójicamente nos libra de él. Y yo lo he creído, ese reduccionismo egocentrista. Durante años he primero resistido, luego luchado mi resistencia y finalmente me he rendido a la experiencia dolorosa y lo que ella trae. No obstante, el dolor continúa y en ocasiones se hace aun incluso más intenso, y, lo juro, a quien quiera decirme que el problema es que aun me falta entrega o visión puedo sacarle las tripas al instante.
El dolor es una experiencia transformadora, y lo único que ha cambiado con la disminución de mi pelea en su contra es que sufro menos por su presencia. Me ha parecido entender que el dolor es una realidad absoluta para quien lo padece, que "es así" radicalmente en el instante, y que a veces uno duele porque sana cosas que probablemente lo trascienden a uno infinitamente aunque en su ignorancia no pueda verlo. Dejar de culparme porque el dolor esté y salir de la ilusión de que está absolutamente en mi poder sanar, son las cosas más reparadoras que he hecho con él. Eso, y tomarme un gramo de Paracetamol, que dios lo bendiga, me recordó por unas horas lo que es habitar un cuerpo sin dolor.

1 comentario:

  1. Dentro de la tradición cristiana existe la creencia de que uno puede entregar su dolor como parte del sufrimiento de Cristo. Aventando esta creencia de interpretaciones literales (es decir, de creernos cristos sufrientes a full time), es posible tomar ventaja de esta opción tomando consciencia de que la practica totalidad de la fuente o causas de nuestro dolor/sufrimiento es tan misterioso como todo lo demás en la vida. Fuera de que nuestro dolor/sufrimiento sea parte o no de las llagas de un Cristo Cósmico, me inclino a pensar que lo interesante es que este movimiento ayuda a descentrar o excentrarnos de la cualidad egoica que hacemos con él, es decir, teorizar sobre las causas, los por qués y los remedios al sufrimiento. Digo sufrimiento porque después de años de oir en casi todas esas tradiciones psicoespirituales que el sufrimiento es lo que uno hace con el dolor, y no el dolor mismo, sigo sin estar de acuerdo, y me parece la misma gilipollez egoica de siempre. Es decir, otra receta new age al gusto. Un dolor repetido y persistente de etiología desconocida, causa mucho sufrimiento, y a veces no hay forma de separar una cosa de la otra. Ni muchísimo menos sirve para nada buscar, idear, o inventarse una buena historia (dentro de las mil versiones que ofrece cada tradición psicoespiritual)para justificarlo. Uno duele y a veces tb sufre. Eso es un hecho. A partir de ahí se puede optar por la interpretación que se desee. La versión mística cristiana puede no liberarnos del dolor, pero desde luego nos ayuda a dejar de egotizarlo. A relativizarlo. Aunque tengamos que tirar de paracetamol, y de otros remedios alopáticos, que dios los bendiga a veces. Cierto.

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