martes, 4 de junio de 2013

Alegría

"Ten alegría", me dijo ayer mi hermana, la mujer sabia que siempre tiene las palabras que necesito. Hoy me dijo lo mismo míster B, mi compañero y masajista de cabecera, después de vapulearme un buen. "Alégrate", dijo, después de regalarme dos horas de su tiempo para exorcizarlo con sus manos de oro de los dolores que lo maldicen. "Darle alegría a mi cuerpo", como Macarena, dicen. Darme alegría. Dármela, sin buscar razones, o mejor dicho, por ninguna otra razón más que el simple hecho de que la necesito, porque la necesito. Alegrarme, como escribiendo esto, sin más.

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