sábado, 21 de julio de 2012

Papel burbuja

Creía tener la suerte de estar recubierta de papel burbuja. Caminaba asumiendo que si caía, no se haría ningún daño. No necesitaba tampoco arrastrarse, pues la blanda cobertura le favorecía rodar en cambio y así mantener siempre intacta la dignidad. Cuando el monstruo horroroso aparecía en sus pensamientos o sus sueños, ella comprobaba la utilidad del papel burbuja para mantener las cosas delicadas, su presencia no la rasguñaba ni sus palabras penetraban. Su alma de porcelana estaba salvaguardada. Siempre lo estaba excepto ciertos días lúgubres en que todo parecía más real, en que el mundo estaba cerca, tangible y amenazante. Entonces, el papel burbuja desaparecía. Al penetrarla los sablazos, tajo a tajo, ni siquiera se escuchaba un mínimo "pop".

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