jueves, 8 de marzo de 2012

Cartas de amor

Me resulta imposible contener el llanto frente a las cartas de amor de Rulfo a Clara. Cada letra parece puesta con pinzas, delicadamente pero sin usar las manos, como pegada apenas con suspiros o gemidos cortitos o gotas de saliva. Leyendo, me enamoro de Rulfo y me enamoro de Clara, de su nombre, de sus 13 años. De hecho, recuerdo mis 13 años y las miles cartas de amor que he escrito yo misma, cada una a veces más abajo a veces más arriba, siguiendo la oscilación de mi mano derecha unida a la extremidad de otro.
Hace poco encontré una carta que me escribió un viejo amor y decidí llevarla conmigo para recordar que he sido amada con ese amor poético y sutil que me derrite todita. Llevo tiempo sin recibir una misiva que me estremezca de pies a cabeza, que me mueva el suelo y el subsuelo y me haga querer cambiar de dios. He decidido que cuando esto vuelva a ocurrir, le pediré al autor que firme su nombre en mi pecho indefinidamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario