Habría que besarse siempre al terminar una guerra. Sólo para saber que no importa cuánto peleen las dos lenguas, esa batalla constituye un sólo beso, un único y largo suspiro. Todo lo que parecía separado en la guerra, al besarse ganará la conciencia de estar indisolublemente unido, irremediablemente unido, eternamente unido.
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