martes, 14 de agosto de 2012

Muelle

Sentado en el muelle a la madrugada, como tantos otros días. Todos los otros keikórides ya dormían; sólo él permanecía con la cabeza en alto mirando las estrellas, queriendo descifrar a dios y sus estratagemas. Permanecía sabiendo que se iría a la esterilla con la madrugada y sin ninguna pregunta resuelta, pero tenía la esperanza de poder dormir quizá con el alma más contenta, acariciada por el brillo de las miles estrellas, llena de el azul profundo del cielo, sin más.

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