miércoles, 12 de septiembre de 2012

Re-pérdidas

Uno va perdiendo la misma cosa una y otra vez sin volverla a recuperar nunca, simplemente gastándola como una barra de jabón inatrapable que hace una espuma invisible. Pierde por ejemplo a un muerto por primera vez cuando muere, pero luego nuevamente lo pierde en el encuentro con cada cosa suya, cada signo, cada foto antigua. Lo pierde en los cumpleaños, las navidades y las misas de defunción. Y así lo va perdiendo tras los años de los años hasta que por obra y gracia del algún espíritu benefactor alguna vez lo pierde menos hasta que eventualmente ya por fin lo perdió. Y así es también con uno mismo, con todas las cosas que cree que poseyó. Uno pierde y re-pierde, uno se repierde. Todo lo que uno ha sido, las relaciones que ha tenido, se desvanecen dejando sus rastros amarillentos y olorosos a tiempo, a ese tiempo que lo asalta a uno tomándolo desapercibido. Entonces un rasguño le recuerda que ahí estaba lo no encontrado, en efecto perdido, ligeramente camuflado en el Oblivion, doliendo pero listo para nuevamente re-perderse.

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