domingo, 2 de septiembre de 2012

Moira

Hay una parte de mí que nunca crece, que se me oculta, que me envilece. Pretendo que la atrapo pero ahí está en la tiniebla, avergonzada, escondiéndose tras su velo corrompido y pestilente. Ninguna mirada la toca, nada la puede ver, sólo ella misma y a tientas se puede reconocer. Su boca hambrienta sin dientes, sus harapos, su vara. La busco con mi farol obtuso sabiendo que no la hallaré, alumbrando una luz que no penetra, que sólo refleja quimeras de polvo y papel. Sé que mientras no la ilumine, no tendré escapatoria, pero sólo escucho el chirrido de su rueca carcomida por el óxido y el tiempo. La percibo apenas cómo hila, cómo corta mientras persigo su rastro con mi destino de heroína macabra, ese que ella me da, el que me va confeccionando, desde la terca oscuridad, mi Moira.

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