martes, 12 de junio de 2012
Sobre la flor de hielo
Ayer leí un poema sobre la flor de hielo que soy yo y algo en algún lugar sintió una calidez tersa y acuosa. Todo lo helado se derritió menos las espinas de la flor, que no se descongelan y están ahí aguardando yo qué sé qué. Las miro y espero que a que se produzca el cambio de estado, a que naden en sí mismas en algún momento, pero no ocurre. Ellas se quedan ahí aferradas, enterrándose en las mismas heridas de siempre, más al fondo, entre mí carne.
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