lunes, 25 de junio de 2012

Volverse Feo

Con el tiempo uno se va volviendo feo. La gente que ya nació fea, se volverá aún más fea. Los que nacieron bellos, intentarán agarrarse de su antigua figura y sufrirán el triple porque habrán pensado siempre que se les ama por sus formas y no tolerarán las flacideces ni los pliegues en que se va acumulando el tiempo. Pero aunque luche, la batalla es perdida y uno se va volviendo feo, cada día más y más feo, y por ello cada vez más y más invisible. Andará como un fantasma por ahí sin merecer nunca una segunda mirada, como una evidencia hialina de la transitoriedad de la existencia. Y siendo invisible cada vez le será más difícil reconocerse en el espejo, o mirarse siquiera. Entonces puede suceder el milagro de que uno realmente deje de querer admirarse y ser admirado y logre, por fin, verse, verse honestamente y con los párpados caídos, encararse tal cual es. Quizá sea eso lo que dote de dignidad la vejez.

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